sábado, 31 de agosto de 2013

Recurso para las labores académicas: Zotero

El martes pasado vimos un montó de recursos útiles para la docencia. Pero además de maestros muchos de nosotros nos la pasamos escribiendo "papers", ensayos, artículos de revisión, ponencias... y un sinfín de documentos que exigen un proceso arduo de búsqueda de información, lectura y escritura académica.

El problema surge ante la limitación de nuestra memoria. ¿Dónde guardé tal artículo? ¿en qué página estaba la cita que me interesa de tal libro? ¿cómo puedo acceder a los artículos que tengo en mi compu desde cualquier otra máquina? ¿Cómo compartir mi "biblioteca" con un colega? En fin, son muchísimos los detalles que implica esa construcción personal del conocimiento.

Yo andaba en esas, maldiciendo mi tendencia al desorden, cuando mi tutor de tesis, el Dr. Juan Manuel Fernández Cárdenas, me compartió un poderoso juguetito: ZOTERO. Se trata de un organizador de documentos, de una herramienta de citación, de una "nube" en la que puedo poner toda mi bibliografía, de un cuaderno donde hacer notas de cada lectura, ... y otras muchas otras coas más.

Eso sí, requiere de ciertos trámites previos de instalación. Aquí, el propio Juan Manuel Fernández-Cárdenas, lo explica con detalle:
http://sitios.ruv.itesm.mx/portales/crea/buscar/que/revision_zotero.htm

Videos para instalación y uso de ZOTERO (CREA, ITESM)

En pocas palabras... hay que:

1. Descargar el software de Zotero en tu máquina
2. Abrir una cuenta en Zotero
3. Sincronizar Zotero (en Preferencias)
4. Descargar el complemento que permite sincronizar Word con Zotero
5. Usar el complemento ya instalado de Word para citar y referenciar

Mejor vean los videos.... es más fácil de hacer que de explicar ;-)

domingo, 25 de agosto de 2013

MOOC: Coursera y EDX

Una nueva palabreja del argot digital: MOOC. El acrónimo significa Curso en Línea Masivo y Abierto (Massive Online Open Course) y desde que dos de los grandes revolucionarios de la educación, Siemens y Downes, ofrecieran en abierto en el 2008 su curso sobre conectivismo (con más de 2300 alumnos inscritos!) el fenómeno ha crecido como la espuma.

Son cursos ofrecidos en línea (por una universidad, por un particular) que abren sus puertas a cualquiera que quiera tomarlos y que no suelen exigir prerrequisitos ni tampoco un compromiso o participación plena. Eso depende del "alumno". Su nacimiento, en gran parte, estuvo ligado a la plataforma de Moodle, en la que cualquier persona puede ofrecer ciertos contenidos de enseñanza (videos, lecturas, ejercicios) y organizar grupos de participantes.

Pero el salto de calidad lo dieron Coursera y edX, dos plataformas que permiten acceder a cursos de prestigiosas universidades (sobre todo estadounidenses) y que, a diferencia de los Opencourseware, no sólo ofrecen algunos contenidos parciales del curso sino el curso mismo, diseñado para ser seguido online. 

Las ventajas son obvias: uno puede tomar cursos de todo tipo, desde Criptografía en Stanford a Mecánica Cuantica en Berkeley impartidos por algunos de los mejores especialistas en esos campos y hacerlo a tu manera, o sea, desde tu casa, por ejemplo, a la hora que gustes, y con el grado de autoexigencia que quieras. Además, en algunos casos puedes recibir incluso un certificado de esos cursos, siempre que cumplas con ciertas exigencias (normalmente exámenes online y presentación de algunas tareas). 

Una nueva experiencia de aprendizaje que algunos preconizan como el fin de la escuela tal y como la hemos concebido en los últimos tres siglos.

sábado, 24 de agosto de 2013

Los repositorios digitales

Ese movimiento a favor de lo Recursos Educativos Abiertos no sólo se tradujo en esa política de "puertas abiertas" de los materiales y contenidos de los cursos. También presionó a las instituciones académicas, especialmente a aquellas financiadas con dinero público, a publicar en abierto los resultados de sus investigaciones y producciones académicas. Simultáneamente, surgieron proyectos editoriales y bibliotecarios cuyo objetivo era, precisamente, recopilar y catalogar toda esa producción académica en línea, para así poner la ciencia al alcance de todos. Un sueño al que ni siquiera el Renacimiento o la Ilustración se atrevieron del todo. 

La cosa no se quedó en papel mojado. Diferentes iniciativas gubernamentales ya han aterrizado la utopía. En Estados Unidos, por ejemplo, la Public Library of Science (PLoS), creada en el 2000, capitaneó la lucha por la publicación digital en abierto de los artículos de revistas científicas arbitradas. El siguiente párrafo está tomado de su manifiesto inicial:
 We recognize that the publishers of our scientific journals have a legitimate right to a fair financial return for their role in scientific communication. We believe, however, that the permanent, archival record of scientific research and ideas should neither be owned nor controlled by publishers, but should belong to the public and should be freely available through an international online public library.

En Europa, el manifiesto firmado por la Comisión de la UE en el 2012 se tradujo en cada país en leyes concretas que obligaban a las universidades y centros de investigación públicos a colaborar con la distribución en abierto de todas sus publicaciones. Así que los académicos, si quieren seguir recibiendo lana para investigar, tienen que garantizar que sus artículos y estudios estarán disponibles para cualquier usuario en internet. ¿Dónde? En unos espacios digitales que funcionan como una biblioteca en línea que te permite encontrar los artículos de tu interés y descargártelos (en pdf, normalmente) sin coste o restricción alguna. 


Y aquí entra México en juego. Porque el repositorio científico más consultado en el mundo hispanohablante, oh, sorpresa, es una aportación mexicana, en concreto de la Universidad Autónoma del Estado de México. Hablamos de REDALYC, que da acceso a más de 800 revistas científicas y casi un total de 300000 artículos de todos los países iberoamericanos. O sea, acceso al conocimiento académico en español sin gastar nada más que nuestros ojos en el intento. 


Los Opencourseware: la universidad abre sus puertas

La historia oficial de los Recursos Educativos Abiertos empezó, de hecho, con los Opencourseware, cuando al MIT se le ocurrió la locura de ofrecer el acceso libre el contenido de 32 cursos en el 2002. Hoy en día son más de 2000 a lo que uno puede asomarse dentro del MIT, ya sea para ver su syllabus, tomar sus exámenes, leer sus notas didácticas y las lecturas del curso o incluso ver algunas de sus clases grabadas en video o audio. Así que si quieres estudiar lo que el MIT ofrece puedes hacerlo desde tu casa, en pijama y con tu cafecito caliente a la mano. 

¿Qué sentido tiene para una institución privada hacer eso? El miedo a que sus alumnos protestaran por estar pagando por un servicio educativo que, de cierta forma, se ofrecía gratis en línea, era uno de los riesgos evidentes de la apuesta. Sin embargo, dos años después de su implementación, la demanda de cursos del MIT en lugar de caerse aumentó, y el prestigio de sus profesores, cuyos cursos estaban expuestos, literalmente, a la mirada de todo el mundo, también. El movimiento de  los Opencourseware había ganado su primera batalla.

¿Cómo funciona?

 Fácil. Te vas al portal de la universidad donde están recopilados estos recursos. En el caso del MIT sería: http://ocw.mit.edu/index.htm. Allí debes usar herramientas de búsqueda para llegar más rápido a los recursos que te interesan. Puedes ir a un departamento concreto y ver qué áreas de conocimiento abarca y qué cursos. O bien, que es lo que yo suelo hacer, puedes buscarlo por "Topic", osea, partir de ciertas áreas que te interesan y ver qué especialidades te llaman más la atención. Después puedes filtrar la búsqueda a ciertos tipos de recursos (por ejemplo... que la máquina te dé acceso sólo a clases grabadas, o sólo a syllabus, o sólo a materiales de lectura de esos cursos). Y una vez que delimitaste la búsqueda se despliegan una serie de cursos. Clicas en ellos y puedes ver los materiales que contienen. 

Paso 1. Buscar por "tema"

Paso 2. Elegir tema y especialidad

Paso 3. Elegir un curso

Paso 4. Elegir recursos concretos de ese curso

Aguas!, no significa eso que todos los cursos del MIT ofrecen todo lo que hacen dentro del curso en línea. Hasta donde sé, depende mucho del departamento y del profesor el grado de generosidad. Algunos sólo ofrecen su syllabus. Otros sólo la bibliografía del curso. Algunos incluyen exámenes pero muchos otros, la mayoría, no. Por el contrario, algunos ofrecen la posibilidad de enrolarte en el curso y recibir una simbóliuca constancia. 

Aquí hay un listado de los Opencourseware de universidades de referencia en todo el mundo: 



viernes, 23 de agosto de 2013

Un poquito de historia: los Recursos Educativos Abiertos

El concepto de Recursos Educativos Abiertos (Open Educational Resources, en inglés) nace con el siglo XXI, en el 2002, año en el que al MIT (junto con la Hewlett Fundation) se le ocurrió la extravagante idea de publicar en su portal los materiales educativos de varios de sus cursos más significativos (syllabus, clases grabadas, exámenes, unidades didácticas, etc).

Ese mismo año, la UNESCO organizó una conferencia para promover y evaluar el impacto que la iniciativa del MIT podría tener en el acceso al conocimiento y la mejora de la calidad de la educación a nivel mundial. Qué mejor que dejar que uno de estos recursos educativos abiertos, el video de Sergio Luján, desde la Universidad de Alicante, nos ofrezca los highlights de este concepto y unos brochazos de su historia reciente.



El video de Luján es el relato de una historia feliz. Sin embargo, hay mucha tela que cortar aquí. Es verdad que el auge de los REA es innegable, pero hay vientos en su contra. El movimiento cuenta con el decidido apoyo de las más prestigiosas universidades del mundo (MIT, Harvard, Yale, Oxford, entre otras), el apoyo de la UNESCO y de los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea, la ética creciente del "sharismo" fomentada en internet y el bajo coste y facilidad tecnológica con la que pueden elaborarse y compartirse esos recursos. 

En cambio, en contra tiene la cultura de la propiedad intelectual del mundo editorial académico, la mentalidad conservadora del mundo académico, con instituciones y profesores acostumbrados a no compartir sus materiales, la falta de filtros que garanticen la calidad de esos materiales y la escasez de estímulos académicos (en forma de remuneración a la enseñanza o de acreditación del aprendizaje) que reconozcan el conocimiento proporcionado por los REA. 

La batalla aún no está ganada. El partido, aún, está por disputarse.